Por Francisco Martorell
No soy crítico de cine y tampoco he seguido cursos en la materia. Apenas fui guionista de una serie de TV para niños y escribí las historias que aparecieron durante tres años en el programa de TVN, Mea Culpa, que dirige Carlos Pinto.
Conozco a los actores y por la guata sé si actúan bien o mal. En realidad, sólo si me gusta o no el papel que hace.
Sigo las cámaras, las tomas, las impresiones, siempre como un aficionado, que va cada tanto al cine y que nunca ve una pelicula pirateada.
En el pasado, disfruté con las actuaciones de James Stewart o Humphrey Bogart, en blanco y negro, luego el primero me decepcionó cuando conocí qué pensaba y qué hizo en EEUU.
Me encanta la escena en que Jack Nicholson, un coronel que comanda la base militar de Guantánamo, es interpelado por un joven marino, interpretado por Tom Cruise. La frase ahí, que dicen los tres, incluido el juez militar, es "me lo he ganado".
Y creo que eso, sin duda, es fundamental. Hay que ganarse las cosas, hacer los méritos para obtener el elogio y no conseguir la lisonja interesada o complaciente.
Y aquí voy al punto. La película Dawson Isla Diez, de Miguel Littin y protagonizada por Benjamín Vicuña, no me gustó: a pesar de la crítica, de los premios obtenidos y por obtener, a pesar de lo que diga Sergio Bitar y la Presidenta.
No entiendo cómo puede ser realidad, una ayuda para la memoria de los chilenos, un filme que presentando a los máximos dirigentes de la época más contradictoria (y rica) de la historia de Chile, no muestra una conversación profunda entre ellos, un dialogo de reflexión o un análisis político más acabado. Se trata de un conjunto de anedoctas, la mayoría de ellas chistosas, donde el papel más destacado lo hace un suboficial gracioso. "Mala cueva" diría él al leer esta nota. Pero no lo es. El jefe de Dawson, el marino, tiene 10 palabras para marcar la diferencia entre el accionar de su arma y la del Ejército. Los líderes de la UP, aparecen derrotados, preocupados del trabajo simple y manual, desentendidos de la tragedia nacional y preocupados de su inmediato quéhacer.
El pensamiento crítico de los chilenos no está presente en el cine nacional o está bajo la anecdota o el chiste fácil, nuestra realidad es analizada superficialmente y los personajes son estereotipados. ¿Faltan guionistas o nos cuesta profundizar los temas?
El asunto es que mientras sigamos aplaudiendo y golpeando espaldas, con una natural complacencia nacional, seguiremos haciendo lo mismo.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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