miércoles, 16 de septiembre de 2009

Complacencia Nacional

Por Francisco Martorell
No soy crítico de cine y tampoco he seguido cursos en la materia. Apenas fui guionista de una serie de TV para niños y escribí las historias que aparecieron durante tres años en el programa de TVN, Mea Culpa, que dirige Carlos Pinto.
Conozco a los actores y por la guata sé si actúan bien o mal. En realidad, sólo si me gusta o no el papel que hace.
Sigo las cámaras, las tomas, las impresiones, siempre como un aficionado, que va cada tanto al cine y que nunca ve una pelicula pirateada.
En el pasado, disfruté con las actuaciones de James Stewart o Humphrey Bogart, en blanco y negro, luego el primero me decepcionó cuando conocí qué pensaba y qué hizo en EEUU.
Me encanta la escena en que Jack Nicholson, un coronel que comanda la base militar de Guantánamo, es interpelado por un joven marino, interpretado por Tom Cruise. La frase ahí, que dicen los tres, incluido el juez militar, es "me lo he ganado".
Y creo que eso, sin duda, es fundamental. Hay que ganarse las cosas, hacer los méritos para obtener el elogio y no conseguir la lisonja interesada o complaciente.
Y aquí voy al punto. La película Dawson Isla Diez, de Miguel Littin y protagonizada por Benjamín Vicuña, no me gustó: a pesar de la crítica, de los premios obtenidos y por obtener, a pesar de lo que diga Sergio Bitar y la Presidenta.
No entiendo cómo puede ser realidad, una ayuda para la memoria de los chilenos, un filme que presentando a los máximos dirigentes de la época más contradictoria (y rica) de la historia de Chile, no muestra una conversación profunda entre ellos, un dialogo de reflexión o un análisis político más acabado. Se trata de un conjunto de anedoctas, la mayoría de ellas chistosas, donde el papel más destacado lo hace un suboficial gracioso. "Mala cueva" diría él al leer esta nota. Pero no lo es. El jefe de Dawson, el marino, tiene 10 palabras para marcar la diferencia entre el accionar de su arma y la del Ejército. Los líderes de la UP, aparecen derrotados, preocupados del trabajo simple y manual, desentendidos de la tragedia nacional y preocupados de su inmediato quéhacer.
El pensamiento crítico de los chilenos no está presente en el cine nacional o está bajo la anecdota o el chiste fácil, nuestra realidad es analizada superficialmente y los personajes son estereotipados. ¿Faltan guionistas o nos cuesta profundizar los temas?
El asunto es que mientras sigamos aplaudiendo y golpeando espaldas, con una natural complacencia nacional, seguiremos haciendo lo mismo.

lunes, 6 de julio de 2009

Follow you Follow me

Escribe Blanca Lewin

Tengo Twitter hace poco rato y 782 seguidores hasta el momento de teclear esta frase. Porque día a día crece esta red social como le llaman… red de información le llamaría yo. Aquí sí que tus contactos no son tus “amigos” como en Facebook. Tú eliges a quién seguir, y asimismo eres seguido por otros. Y te enteras primero de cosas tan irrelevantes como que alguien tiene frío, o de cosas tan potentes como que murió Michael Jackson. Se puede seguir incluso al director de esta revista, Francisco Martorell.
Twitter se puso de moda. Los suplementos y revistas de fin de semana de los diarios más grandes ya le han dedicado reportajes, con entrevistas a twitteros y todo. No los leí. Sólo vi las fotos de los twitteros elegidos, gente que tenía mil y tantos seguidores, y unos globitos de diálogo que salían de sus cabezas y que decían cosas tan ingenuas como “en Twitter la gente es más honesta”, “lo que se dice en Twitter es real”, etc. Declaraciones como esas me dan algo entre pena y risa. Pero sí, puede ser una herramienta muy útil informativamente hablando. Pero la mayoría de las veces uno se entera de que alguien está realmente solo o muy aburrido porque tuitea hasta el que se tiró cada dos minutos. O gente que tuitea lo que está viendo en la tele, y conversa con otros tuiteros de esta manera. Nadie les dijo que esto no era un chat. O aquellos que recurren a sitios parásitos de Twitter, donde pueden escribir más de 140 caracteres, que es lo que permite cada tuiteo.
La muerte de Michael Jackson la confirmé en Twitter, varias horas antes que la cadena CNN lo reconociera (según varios twitteros). Bueno, eso no tiene nada de raro. CNN jamás se arriesga siendo el primero en notificar algo así. Pero en fin. Era un largo día de rodaje, todos desconectados del mundo exterior y, de pronto, una extra que olvidó apagar su teléfono recibe una llamada: “¡Murió Michael Jackson!”. Abrí mi teléfono, me conecté a Twitter a través de él y sí, efectivamente, todo Twitter hablaba de ello, antes que saliera en las noticias.
Periódicamente me entero también del clima en L.A., gracias a David Lynch, quien tuitea el estado del tiempo. Muy gracioso el hombre.
Es difícil explicar lo que es Twitter. Se trata de responder la pregunta “qué estas haciendo”. Por eso creo que es mejor mostrarles un poco qué tipo de cosas se publican. Aquí hago copy/paste de mis últimos “tweets”, partiendo por el más reciente: (Salú)
Escribiendo columna sobre tuíter para El Periodista, en quioscos el viernes.
Quiero filmar en verano.
Dos bloggeros iraníes más fueron arrestados sin justificación. Uno de ellos, había posteado algo de “En la Cama” http://tinyurl.com/kmlw7g.
Cocinando una cremita de zapallo y cúrcuma.
Tengo 700 followers en twitter, “hee-hee” (cántese emulando al finado).
No more “hee-hee”, please.
En el futuro recordaremos que Maicol murió justo cuando rodábamos LVDLP y escuchábamos “NUBES” por cuadragésima tercera vez.
Día musical en la vida de los peces, en adelante LVDLP.
Cita del día: “¿Alguien habla alguna vez en esta película?” (Charly, el extra argentino, luego de un día altamente técnico en rodaje).

lunes, 22 de junio de 2009

Filme Teresa: Rumbo equivocado

Teresa / Chile, 2009 / Directora: Tatiana Gaviola / Con: Francisca Lewin, Juan Pablo Ogalde, Álvaro Espinoza, Diego Casanueva y Matías Oviedo.

Bajo el impulso de reivindicar a cientos de féminas que han quedado excluidas u olvidadas en nuestra historia, la realizadora Tatiana Gaviola tomó como personaje protagónico para su nueva producción a Teresa Wilms Montt; escritora chilena que remeció la alta aristocracia de inicios del siglo XX con su irreverencia, inteligencia, sensibilidad y belleza. Una interesantísima figura que cualquier cineasta del mundo quisiera tener para plasmar en la pantalla grande.
Nacida en 1893, Wilms Montt fue educada bajo todas las rigurosidades que dictaba la época para una señorita de su condición social. Pero Teresa tenía un espíritu trasgresor y su único deseo era escapar de esa jaula de oro en que la tenía su familia. A los 17 años escapa con Gustavo Balmaceda, de quien estaba profundamente enamorada y el cual pertenecía a un clan enemigo de sus padres. Una historia a lo “Romeo y Julieta” que años más tarde agoniza por las desavenencias que comenzaron a surgir, ya que él no toleraba que su mujer frecuentara tertulias y que, más encima, se había adscrito a los ideales anarquistas y a la masonería. Esta agonía se agudiza aún más cuando Teresa sostiene un intenso romance con el primo de Gustavo; infidelidad que termina encerrándola en un convento, donde fue rescatada más tarde por el poeta Vicente Huidobro. De ahí en adelante, todo es igual o más intenso en la vida de esta mujer que termina suicidándose a los 28 años. Como verán, un personaje de la vida real que podría enriquecer cualquier obra audiovisual.
Lamentablemente, Gaviola no supo aprovechar lo que tenía en sus manos, y lo que podría haber sido un biopic interesante y bien pensado, terminó siendo un producto descuidado, con lastimosos y evidentes errores que se podrían haber evitado.
Todo parte porque “Teresa”, nombre de la realización, es concebida como telefilm, es decir, como una película para ser emitida en televisión. El guión, la puesta en escena y la utilización de todo código de imagen y sonido, apunta a eso: a un producto con incuestionables y categóricos límites. Por lo mismo, su estreno en salas de cine es un tremendo error, ya que sus restricciones quedan en una evidencia lamentable. El guión no profundiza una línea de narración que pueda sostenerse en la pantalla grande, porque solo es una sucesión de eventos que no tiene otro fin que describir ciertos pasajes de la vida de la escritora y que se apoya en una voz en off que repite lo que estamos viendo. El arte y la fotografía, se perciben condicionadas por un formato (telefilm) que no posee el tiempo y el presupuesto para fecundar una imagen seductoramente acabada. La dirección, al no poseer un estilo y visión propia, desperdicia considerablemente un argumento y una puesta en escena que podría llegar a ser entrañable, original y poética. Las actuaciones también no logran convencer del todo, excepto Francisca Lewin, quien realiza un tremendo trabajo en la interpretación de Wilms Montt. De hecho, es lo único incuestionable de esta realización. También Juan Pablo Ogalde (Gustavo), Álvaro Espinoza (Mariano) y Matías Oviedo (Anuarí), realizan un digno desempeño. Los demás, se ven entrampados en personajes funcionales y poco tridimensionales. El sonido es tremendamente pobre; los ruidos ambientes apenas existen y el doblaje es del todo reprobable. Sólo la música incidental, creada por Juan Cristóbal Meza, sostiene una banda sonora coja y desarticulada.
En resumen, “Teresa” tomó un rumbo equivocado. Si la hubiésemos visto en televisión, tal vez nuestra percepción hubiese sido algo distinta. Lamentablemente, la producción tendrá que asumir el costo de una muy mala decisión.

lunes, 8 de junio de 2009

Alan Touraine: un intelectual "torre Eiffel"

El pensador europeo, quien visitó el país, sostuvo una larga conversación con la escritora Marta Blanco en la que revisaron temas tan diversos como la energía nuclear y el empoderamiento de la mujer, la “desmodernización”, América Latina y el futuro político de Chile.

Por Marta Blanco

AlainTouraine nació en Hermanville-sur Mer en 1925. Vino a Chile por cinco días a dar tres conferencias y a recibir una condecoración del Estado de Chile A sus 85 años es un hombre saludable, zapatista, amable y lleno de energía. Estudió en la Escuela Normal superior de París. También en Harvard, Columbia y Chicago. En 1956 fundó el Centro de Estudios para la Sociología del Trabajo de la Universidad de Chile. En 1960 se convirtió en investigador senior de la Ecole Pratique des Hautes Etudes, donde fundó el Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos (CADIS). Desde 1968 a 1993 fue director de la Escuela. Ha escrito más de cuarenta libros y por cierto es un racionalista sin puerta de escape. Tiene una capacidad memoriosa que asombra, gran amplitud para opinar sobre las cosas del mundo. Ha viajado casi por el planeta entero. Casado con chilena, viudo ya, no ha perdido el afecto ni los amigos en Chile y por Chile. Su biografía minuciosa es digna de alguien menos cálido, más impermeable, menos citado. Abra una página de Internet con su nombre y quedará asombrado de sus trabajos, su pensamiento y su capacidad de acción. Es un hombre joven de 85 años con la sabiduría de un anciano de 150. Pero ello no le quita la pronta inteligencia, la cabalidad para enfrentar preguntas inesperadas, su respetuoso análisis de los seres humanos, sus hábitos, conductas y traspiés, así como de sus sueños, errores y alegrías. Es un entrevistado formidable, porque no se amilana, no apabulla, no dice jamás una tontería y si usted no comparte sus ideas poco importa. Más que seguro él no compartiría las suyas. Por esto es doblemente interesante: la honestidad y la reflexión son siempre valiosas. No hago entradas barrocas para hombres como Alain Touraine. Es él quien levanta su propia estatua. Con ideas, con palabras, lúcido siempre, sobresale, es firme y nos sorprende: un intelectual ‘torre Eiffel’.

Ha venido a hablar con las mujeres y los profesionales jóvenes. ¿Cómo imagina a esa juventud chilena y qué les viene a decir a esos líderes con quienes no ha tenido contacto?
Primero, ellos me han propuesto un encuentro y, además, ya no son tan jóvenes los líderes, ¿ah? Hay una desigualdad frente a la carrera profesional o política… El tema de hoy es el fundamento de la democracia y el progresismo.

¿Y a las mujeres?
Acabo de discutir ese tema…

Ah, no lo haré repetirse, pero ¿realmente cree usted que la conciencia sexual femenina guiará los caminos; que vivimos en una cultura guiada por ellas? Me parece que la mujer en América Latina no tiene un camino. Dice usted que “la mujer ya tiene la palabra”, pero las mujeres de América Latina no han ganado mucho en igualdad aunque hablan harto. Hablamos… ¿Piensa distinto?
Hemos hecho trabajos con las mujeres latinoamericanas. La mayor parte de los estudios fueron hechos en Brasil y Chile. Nosotros trabajamos con un grupo de mujeres del barrio Cerrillos. Ellas no son privilegiadas.

No, en absoluto.
La sociedad chilena y latinoamericana está formada por una mujer con hijos de varios hombres y los hombres vienen, les dan un hijo y se van. Ella tiene que preocuparse de los hijos, de esto, de lo otro. ¿Quién se preocupa de la escuela, de la seguridad, del alcantarillado? Las mujeres. América es un continente en el cual la mayoría de los problemas diarios son resueltos por mujeres.

O no resueltos…
O no resueltos. Entonces no es un continente de mujeres dominadas por el hombre. Todo lo que es la vida de una familia mononuclear lo hacen las mujeres…

Pero eso no las hace poderosas, solo significa que enfrentan la vida lo mejor que pueden. Y pueden harto poco.
Porque los hombres se van.

Por eso, pues. El hombre se manda a cambiar y no ascienden con facilidad en la escala social. Le cuesta sacrificio a una mujer trabajar y criar hijos. Sobrevivir sola es bien distinto de mandar. La sociedad la ayuda, pero no el hombre, no se hace responsable. Y va de arriba abajo en la escala social. Las obreras y trabajadoras sin profesión lo pasan peor, sí.
Una de esas mujeres me decía: mi hombre no me trata mal, no viene borracho y no trae a casa a otras mujeres.

¡Y con eso le bastaba! Mejor cambiemos de tema, hay poco tiempo. ¿Qué llama desmodernización en vez de posmodernización?
Yo no creo en la posmodernización. Lo que observo es que los valores de la modernidad y la modernización fueron acumulando recursos en manos de pocos: el poder, el conocimiento, la plata, las armas… Así ganó el occidente la dominación del mundo mientras los árabes, los chinos, trataban de mantener su orden, nosotros… ¡prrrrrrrrrr!....; hemos conquistado todo con guerras y una violencia gigantesca. El mundo chino era un movimiento con una base de integración, el número de niños es definido aún en términos de las necesidades… Mantener la población actual es una cosa necesaria…

Pero ¿qué es la desmodernización?
Desmodernización significa esta imagen: la sociedad acumula recursos para conquistar todo: lo científicos, político, militar, armas, dinero, conocimiento. Eso se va para abajo en gran parte. Hay aún muchos países que dicen “si queremos desarrollarnos no tenemos que gastar todo en los hijos”. Entonces, en China, un hijo por familia y nada más.

Hay maneras en China de hacerle el quite a la ley… Pero no es el tema. Quiero preguntarle sobre las megápolis.
La megápolis ya no es una ciudad.

Las grandes ciudades de América Latina se desbordan, expulsan fuera de los muros a la gente modesta como a los leprosos medievales. Las madres de hijos pequeños quedan lejos de todo contacto y no cuentan, muchas veces, con alcantarillado, almacenes, hospitales, plazas. Y la locomoción es un desastre. No se consideran espacios de reunión, compra, atención de salud, ¡menos van a tener un cine!
Ustedes no son los únicos.

Peor todavía. Son ciudades dormitorio de las que salir al trabajo diario lleva tres a cuatro horas de ida y vuelta.
Una parte de la desmodernización consiste en la destrucción de nuestro tipo de democracia, de ciudad, de escuela, de familia. Son todas cosas que están en un proceso de destrucción. ¿Por qué? Por la separación de lo económico -a nivel mundial- de los países de la entente, que no tienen ningún control, porque ni el gobierno norteamericano puede controlar estos movimientos enormes de transformación del mundo a través de la globalización.

Pero la globalización es más bien financiera, ¿no?
De ninguna manera. Si usted compra aquí un auto, es muy probable que sea norteamericano.

Cierto. ¡Si aquí no hacemos ni un tornillo! Chile no produce nada manufacturado, solo vendemos lo que nos da la naturaleza.
Esa es una visión muy industrialista. Pero Chile es, claramente, uno de los países ascendentes, el único caso extremo es Argentina de gente que no se han industrializado. Chile fue desde el principio un país campesino y vaquero.

Agrario…
No. Vaquero.

Bueno ya. Y minero. Y banquero.
Sí, minero. Pero Chile nunca fue industrializado. Lo que hay es un territorio continuo minero desde México a Chile. Ahí hay un mundo industrial, en Perú hay un movimiento obrero importante, en México, todo eso indica que hay elementos de la sociedad industrial. Desde México a Chile hay un territorio andino minero, ahí hay un principio de industrialización.

¿Los sindicatos son fuertes en Perú? Aquí no lo son.
Aquí hubo grandes movimientos sindicales de origen comunista.

Y también de origen cristiano, pero a usted no le gustan mucho los cristianos…
Los comunistas fueron los grandes sindicalistas de Chile.

Pero hoy la CUT no es muy importante, en los años 50 tuvo una figura señera en Clotario Blest. Fue perseguido y siguió luchando. Era democratacristiano. Esa fue la CUT más importante.
Absolutamente, cierto. Pero Chile y Perú son sociedades mineras, lo que ya es algo importante.

Y cuando ocurre el Golpe Militar y la economía se transforma en una economía neoliberal, ¿qué ocurre? Saca al país de un estancamiento económico a un costo humano altísimo, que muchos no previeron.
No es mi manera de verlo. Creo que los militares y los Chicago boys no han transformado la economía. Piense, llegan el 75 y el 81 hay una crisis enorme. Chile sufre mucho. En el 81 el ingreso general del país es inferior que en el 73. Después, a fines del 82, quizás en el 83, un demócrata cristiano entra en el gobierno, o sea que ya hay una vinculación con la demanda social. El 83, los sindicatos, los partidos políticos con Gabriel Valdés, entran en una lucha abierta y a partir de ese momento se abre un poco la puerta a la población. Ya en los últimos años, una época de transición, el nivel de vida aumenta, pero básicamente la situación de Chile hoy es lo que pasó entre el 83 y ahora.

SEGUNDA CITA
Ha terminado la entrevista en la CEPAL. Calcularon mal los tiempos, un almuerzo largo, una entrevista no prevista, echaron por tierra mi hora con Alain Touraine. Corre a dar su primera conferencia. Lo escucho, convidada. Es un francés racional, buen mozo, alto y de ojos azules penetrantes. Habla un castellano perfecto, repite los conceptos, la sala está repleta. Pienso que está en una etapa gloriosa de la vida, 85 años, cabeza de diamante, memoria impecable, y no se cansa. Al menos, no lo demuestra. El día anterior había llegado de París. Cuando termina, me retiro. He quedado con media entrevista y una especie de Zanjón de la Aguada en mi cabeza. Pero el día viernes, a punto de partir, hace un espacio en su único día libre y me recibe en su casa, a las seis de la tarde. Y pude continuar nuestra conversación. A tout seigneur, tout honneur, me digo y le digo a la distancia.
Quiero preguntarle algo que no tiene que ver con la sociología. ¿Qué opina Alain Touraine de las bombas atómicas que se lanzaron sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki? ¿Cree que si Roosevelt hubiera estado vivo las habría lanzado sobre civiles inocentes, ciudades inadvertidas, o habría elegido un atolón despoblado para demostrar el poderío americano?
Aún visto desde el lado americano es un horror matar a trescientas mil personas, pero, dijeron, si no lo hacemos la guerra va a durar un año más con un millón de muertos.

Americanos…
No. De todos, habrían muerto más japoneses.

Pero estábamos acostumbrados a las guerras donde mueren los guerreros, los soldados. Las guerras que estrenamos en el siglo XX en que mueren los civiles y los hacen pedazos y muchos quedan hasta hoy con graves quemaduras internas y otros males son inhumanas. Una bomba lanzada sin aviso, que estalla a dos mil quinientos metros, la gran luz, esa flor amarilla de oriente, esa luminosidad devastadora, ¿no es el inicio del terrorismo?
Cierto. Personalmente, como tipo de elección, si la idea era presionar a los japoneses para que firmaran la paz, mi elección hubiera sido lanzar este instrumento tan peligroso, las bombas, en lugares poco poblados, no en plena ciudad.

Gracias por su respuesta. Y ahora quisiera que habláramos de la industrialización y las hidroeléctricas. Usted habla de que no estamos industrializados, pero tenemos algunas industrias y estamos en esta lucha de con qué vamos a producir energía, porque está escasa y seguirá siéndolo. Algunos son partidarios, Eduardo Frei, por ejemplo, de las hidroeléctricas, porque el único poder que tenemos para generar energía es la violenta caída del agua desde los Andes muy encajonada. Y la otra, que me parece utópica, como la fuerza eólica, no parece capaz de generar la cantidad de energía que requiere Chile. ¿Cree que tenemos que sacrificar la capacidad de hacer al país más rico, más soberano, a los ríos, conservándolos en su estado primigenio en nombre de la naturaleza?
En el momento actual la energía hidroeléctrica es muy importante en Chile. Frei tiene estudiadas seis hidroeléctricas, una en el río Baker, en la Patagonia, que algunos quieren dejarla como visión turística del Edén, y otra en el cajón del Maipo que tiene una de mil doscientos metros, lo cual genera energía para llevar hasta el norte… Me gustaría conocer su opinión.
Antes que todo hay que producir energía. Chile puede vivir de la energía hidroeléctrica y supongo que hay muchas maneras de no destruir el país y su naturaleza. Muchos países de montaña viven de ella sin destruir el entorno. Lo único importante es que hay que disminuir las industrias que tienen efectos desastrosos, la más evidente es el carbón. Países como China y la Unión Soviética viven de él y generan una enorme cantidad de productos que destruyen el clima, el medio ambiente, en el sentido más global. No veo por qué en un país como Chile sea necesario destruir una parte de la naturaleza para construir estas centrales. Creo, sí, que hay que tomar en cuenta –lo que no se hacía antes– la dimensión ecológica, la dimensión económica es otra y la de autonomía o independencia es otra. En ningún país es posible eliminar así, de un golpe, todas las energías y la hidroeléctrica genera menos polución que el carbón o el gas.

¿Cuántas centrales nucleares tiene Francia?
La energía eléctrica en Francia viene, en un 70 por ciento, de la energía nuclear.

¿Podríamos tener plantas nucleares en Chile?
Con el conocimiento y la prudencia y técnicos responsables es perfectamente posible, lo que no ocurría treinta años atrás. Yo soy partidario de la energía nuclear por esta razón: no destruye el paisaje y no destruye el mundo humano. Hubo un gran accidente en Chernobyl, pero está demostrado y hay estudios precisos que estiman que en Chernobyl hubo como cincuenta muertos. Pero hubo muertos por otras razones, por ejemplo, al día siguiente enviaron a los bomberos sin protección. Murieron todos. Y después se formó esta nube radiactiva. Se sabe bien que lo de Chernobyl fue una serie de errores, algunos muy graves como tipos que se dormían en sus puestos. Pero si hay un país serio, que tiene un nivel tecnológico suficiente y un sistema de control, se pueden evitar todos estos muertos. Considero normal que haya un debate sobre el precio real, porque también hay que destruir, pero creo que la oposición siempre fuerte a la energía nuclear viene del accidente de Chernobyl y de las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. La gente dice que es una energía que no se puede controlar.

¿Y se puede?
Se puede controlar. Absolutamente. Nadie fue sorprendido por la catástrofe de Chernobyl porque todos sabían que allí no había control, que los tipos se emborrachaban o se dormían o se equivocaban. Una central nuclear supone un alto nivel de responsabilidad, los rusos soviéticos no lo tenían. Pero hubo otro accidente en Estados Unidos, Three Miles, allí nadie murió, fue serio pero no hubo descuidos abismantes.

Se nos acaba el tiempo y me ha dejado sin partidos políticos ni iglesias ni gobiernos, ni sindicatos. Su desmodernización se lo lleva todo. ¿Qué propone al mundo y sus habitantes, qué propone usted a los países, las culturas, al planeta?
Lo que vemos ahora son las organizaciones no gubernamentales, las ONG. En África han cumplido de manera muy eficiente. Y tienen el control de algunas materias en muchos países.

¿No se corre el riesgo de que se conviertan en regímenes totalitarios?
No por el momento. Son muy débiles frente a los países. Funcionan en gran parte con apoyo exterior, y ello les permite realizar sus actividades.

Volvamos a América Latina. ¿Tiene posibilidades de crecer económicamente o será siempre el patio trasero norteamericano o del mundo?
Mi primera respuesta sería que América Latina no existe.

¿No existe políticamente, por carencia de peso específico, de influencias? Porque de existir, existe. Aquí estamos en una ciudad capital, al fondo del Cono Sur, y usted que ha visto y ha vivido en Chile por años, me sale ahora con una noción darwiniana casi. Somos habitantes de ciudades, de países, de aldeas. Pero somos. Existimos. No me negará eso, al menos.
Son semejantes a África. No veo por qué países con diferentes culturas, tradiciones e intereses económicos diferentes deban formar una unión continental. Es una noción que no tiene gran peso en Europa. La de mundial, sí. Existe una economía mundial y América Latina está dominada por la economía mundial. Yo no veo por ahora mucha relación entre Brasil y Nicaragua.

Esa respuesta me parece que insinúa matices que se me escapan, es casi borgeana, ¿qué me quiere decir?
Que Brasil es el único país de este continente que participa de la economía mundial, y ya tiene un papel indispensable en el sistema mundial. No hay tantos países con una participación fuerte en el mundo moderno. Cuando Lula participa en encuentros internacionales tiene mucho éxito porque es, por definición, el país y el hombre con más capacidad de mezclar o equilibrar lo nuevo y lo antiguo, o el norte y el sur. ¿Qué tiene en común Chile con otros países andinos o algunos de América Central? Chile tiene un avance tecnológico evidentemente alto, un nivel educativo que era bastante bueno, pero que ahora ha bajado- El presidente Lagos decía que para Chile lo importante era Asia. Decía que tenían que ser la Venecia del siglo XV pero en el siglo XXI. Que por aquí pasaría el comercio hacia Asia. Los países de América Latina no miran hacia adentro, miran hacia el mar. Argentina es un mundo italiano que ha pretendido imponer su dominio exportando granos y carne. Este continente vive del comercio mundial en gran medida. No es casualidad que muchas de las grandes ciudades sean puertos. Nunca hubo interconexión entre sus países. Hay un cierto desarrollo. Están al nivel de Europa del Este.

Hablemos de política. ¿Ve la posibilidad de que la Concertación pierda las elecciones? ¿Cree que Piñera puede ganar la elección a la Presidencia?
Hay dos puntos. Primero, la Concertación estás cansada y los democratacristianos están cada vez menos convencidos de que una alianza total con los socialistas sea necesaria. Segundo, la derecha era inaceptable años atrás por su identificación con el pinochetismo. Pero hay nuevas generaciones con tendencias verticalistas. Y no se puede decir que gente de cuarenta años o más fueron parte del pinochetismo. Y en Chile, como en todo el mundo, hay una desorganización, una fragmentación de la izquierda. Hay una sensibilidad frente a la ausencia de estructura de la vida política y la gente de la izquierda ya se está preguntando qué tienen todos en común. En definitiva, creo dos cosas: que Lagos fue agudo al hablar de la Venecia del siglo XXI como destino para Chile y que la derecha tiene hoy día más chance de ganar las elecciones.

jueves, 4 de junio de 2009

I can't get no satisfaction

Escribe Blanca Lewin

Cuando uno entra a una librería, cualquiera en Chile, espera al menos encontrar aquellos autores clásicos de los que evidentemente debería haber material, tanto por sus status de clásicos que se reeditan hasta el infinito, como porque lo exigen en el colegio o porque sí no más.
No se me ocurriría entrar a cualquier librería de mall y que no tuvieran absolutamente nada de Tolstoi, de Shakespeare o Cervantes.
Y si no fueran clásicos (pensando en algo más pop), están los Best Sellers que nunca fallan. Steele, Grisham u otros de ese estilo con el título en relieve y tonos tornasol en sus blandas tapas.
Tampoco faltan suficientes libros de autores contemporáneos taquilleros. Aunque no esté la bibliografía completa, es fácil encontrar varios títulos de Paul Auster, Ian McEwan, Haruki Murakami, José Saramago, Isabel Allende, y un largo etcétera.
Aunque sabemos que quizás la gente que lee no es mucha, siempre habrá un comprador para estos autores que menciono, puesto que son reseñados frecuentemente en revistas y diarios nacionales e internacionales. O por simple boca en boca. O porque el vendedor de la librería te lo recomendó.
Sin embargo, me da la impresión de que con la música no pasa lo mismo. O sea, discos de bandas de moda no faltan, cuando éstas son las más ultra masivas y adolescentes posibles. De otras bandas más adultas uno encuentra apenas el último o peor: el penúltimo disco editado por ella con suerte.
Es cierto que si usted entra a cualquier disquería (que no sea especializada en otra cosa) encontrará fácilmente a Mozart, Beethoven, Chopin, etc. Clásicos. Clásicos de música docta, especifico. Pero existen otros clásicos: los de la música popular, por qué no.
¿Se imagina entrando a cualquier Feria del Disco y que no tengan nada de Los Beatles? Son un clásico, nadie lo puede negar. No se agotan nunca porque no son la banda de moda, y siempre es posible encontrar varios títulos. Pero curiosamente nunca está la discografía completa a menos que uno se compre el box set que viene con todos los discos. Pero bueno: ahí están.
Tan universales, clásicos y populares como Los Beatles, son los Rolling Stones. Uno pensaría que si anda buscando discos de los Rolling Stones, cualquiera, incluso uno en particular, quizás no lo encuentre en la primera disquería a la que entra. Se topará con otros discos de la banda, pero llegará a una finalmente donde sí va a estar. Pues bien. En Chile nadie escucha a los Rolling Stones. O nadie compra a los Rolling Stones. Me paseé hace unos días por varias disquerías, y no sólo no había el disco que buscaba. No había ninguno de los Rolling Stones!!!! En un par de disquerías encontré uno (otro, no el que buscaba) y en la otra el CD, porque ni siquiera el DVD de Shine a Light, por ejemplo (el documental de esta banda que hizo Martin Scorsesse… si hasta el tata Scorsesse es fan!!!).
En Chile no se escuchan los Stones. Será cosa de argentinos entonces. Pero ellos sí que escuchan también a los Beatles. País FOME, sin rock n’ roll. Sin los Rolling Stones.

viernes, 29 de mayo de 2009

Editorial edición 171

¿Privatizar?
Nos suena raro y hace ruido cuando alguien habla de privatizar.
Es que la palabra, además de la carga que tiene en los tiempos en que vivimos, nos recuerda cuando el Estado fue diezmado y los que encabezaron el proceso de venta se quedaron con parte importante de las empresas o conformaron sus directorios.
En Argentina, los militares que encabezaron el golpe de 1976 con Jorge Rafael Videla, acuñaron la frase de que achicar el estado era agrandar la nación. Pero sólo hicieron lo primero.
Acá, afortunadamente, los que gobernaron con mano de hierro durante 17 años, no pensaban lo mismo, al menos en algunas empresas, y Chile pudo seguir siendo dueño de Codelco, el Metro, TVN, la Enap y Ferrocarriles, entre otras, incluso algunas sanitarias que hoy están en manos privadas gracias a la Concertación.
La carga emotiva que significa para los chilenos que el cobre sea “su” sueldo y que se luchó tenazmente para chilenizarlo primero y nacionalizarlo después, con el concurso de todas las fuerzas políticas, hace que sea una maniobra muy arriesgada incluir en una plataforma electoral la posibilidad de privatizar Codelco, aunque sea en un porcentaje mínimo, o tocar las otras empresas mencionadas.
Sin embargo, un periodo electoral es útil si el país debate propuestas y hace que circulen libremente las ideas, sin descalificaciones a priori. Rechazar, así porque sí una iniciativa, sin entrar a juzgar el fondo de ella, antes de ver qué tiene de bueno y cuánto de negativo, impide que el país crezca y se vigorice.
Hay ideas del pasado que fueron buenas y otras que siguen siéndolo, pero si no se las cuestiona o confronta con la realidad actual, tienden a ser dogmas y ellos no siempre son positivos. La idea debe nutrirse. He ahí la fortaleza de un país.
El valor de la oferta del candidato Enríquez-Ominami, quien propuso vender en Bolsa paquetes accionarios muy reducidos de algunas empresas estatales, es que le ha puesto a su programa la simpleza que requiere el debate y no se ha quedado sólo en la retórica. Habla de un decálogo y de medidas concretas. No palabras vacías. Poco y nada se puede debatir sobre la superación de la pobreza o un país más justo y con mayor libertad de expresión.
Desde la izquierda, sin embargo, algunos que veían con buenos ojos la postulación del diputado socialista, levantaron voces airadas. “¡Codelco no!”. Pero ¿por qué no?
Ahí está el quid del asunto y el espacio que necesariamente se abre en una campaña electoral para discutir sobre el modelo del país que queremos. Para ello, primero, es necesario jugar con todas las cartas arriba de la mesa, significando esto que hay que decir toda la verdad. Enríquez sólo habló de un 5 por ciento de Codelco y de un 10 en las otras empresas. El control seguirá en manos estatal. ¿No será más seguro, por ejemplo, que ese 5 por ciento esté en manos de las AFPs para que éstas no tengan que invertir en el extranjero y poner en riesgo a millones de afiliados? Tal vez. Hay que pensar. ¿Significa ello, además, que el 10 por ciento que va hoy a las FFAA no irá más? ¿Requiere o no Codelco y las otras empresas una inyección de capital? ¿Van a ser más o menos eficientes con la participación privada? ¿Cuánto vale ese 5 por ciento? ¿Será rentable venderlo cuando la empresa genera en pocos años esa cantidad?
Son preguntas que surgen y que deben ser respondidas, con altura de miras, por aquellos que se oponen o alientan la propuesta, para que el que la planteó, enriquezca su idea o la deseche y permita el surgimiento de una nueva.
El tema no es sólo respecto a las privatizaciones o el aborto, como ayer lo fue el divorcio o la píldora del día después, sino para todas las ideas. El país y el dinamismo de una campaña electoral requiere de dirigentes que se atrevan a proponer cosas que están en las agendas y en las sobremesas y que, muchas veces, los políticos las desechan para no perder en las encuestas. Ojalá esta elección, sin descalificaciones, permita avanzar en temas país y votar, en definitiva, por algo más que una cara o un programa vacío.
Y usted ¿vendería el 5 por ciento de Codelco?